miércoles, 16 de junio de 2010

KIRCHNER Y LA SELECCIÒN, UN SOLO... INTERÈS

Confianza en la selección

Los Kirchner y Grondona necesitan un gran desempeño de la selección para avanzar en el segundo tramo de su business plan: el régimen de apuestas deportivas para el que ya se prepara Cristóbal López, esa especie de ministro de ruletas y tragamonedas del kirchnerismo.

Aníbal Fernández es una pieza clave del montaje, por su estrechísima relación con el quilmeño José Luis Meiszner, mano derecha de Grondona en la AFA. Meiszner es el padre del titular del Registro Nacional de Armas, a quien Elisa Carrió acusó de apañar a Martín Lanatta, presunto autor intelectual del asesinato de Sebastián Forza y otros dos empresarios en General Rodríguez.

En las relaciones del kirchnerismo con el fútbol aparecen, a partir de estas referencias, sombras mucho menos edificantes, como las que rodean a la deportación de barrabravas argentinos, por razones penales, desde Sudáfrica.

El ex presidente de Vélez Sarsfield, Raúl Gámez, dijo que esos hinchas están apadrinados por Fernández, la AFA y la Policía Federal. "El Gobierno tiene características de ese tipo, de comprar mano de obra violenta para algunas marchas políticas", explicó. Fernández, en uno de sus habituales ataques de ira, querelló a Gámez. Pero su detractor no es un improvisado. Si bien fue barra brava del Fortín en tiempos en que ese rol no tenía el carácter patibulario de estos días, ganó fama de corajudo en un cabaret de Rosario, cuando se agarró a trompadas con Carlos Monzón. Más allá de leyendas, Gámez fue un gran opositor de Grondona en la AFA. Sobre su gestión en Vélez nunca pesaron acusaciones morales, y en su entorno nacieron dos estrellas de la dirección de equipos: Carlos Bianchi y Marcelo Bielsa.

Las deportaciones desde Johannesburgo y las acusaciones de Gámez llevaron los reflectores hacia el engendro -como lo llamó Fernández- de Hinchadas Unidas Argentinas. Se trata de una ONG liderada por el kirchnerista Marcelo Mallo, a la que la Justicia investiga por presuntas vinculaciones con la Oficina Nacional de Control Comercial Alimentario (Oncca). Los Kirchner ya habían insinuado que podían concebir a la barrabrava como una institución modélica por el papel que le asignaron en su administración a Guillermo Moreno y sus muchachos. Pero lo que parecía impensable es que formalizaran esa axiología registrando entre sus organizaciones sociales a una liga de agitadores del tablón.

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