jueves, 12 de agosto de 2010

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Ruinas sobre ruinas

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VERGÜENZA. Vuelven los barrabravas rechazados en Sudáfrica. Siguen libres e impunes.

Leamos este monólogo de Alfredo Di Stéfano: "los argentinos somos los tipos más sobradores del mundo. Siempre fuimos así. Nos pasamos de listos. Nosotros, nosotros y nosotros: no señor, nosotros nada. El yo, yo y yo se acabó (...) En mis años había una escuela, una idea, un estilo, ¡un estilo que era un espectáculo! Y hasta eso ha desaparecido. El fútbol argentino está siempre a la venta, los jugadores se desparraman, se vende todo lo que se puede vender, se van a quedar en pelotas: nuestro fútbol se va a quedar en pelotas. Ni jugadores vamos a tener. Y así estamos. Así sigue la farra". (publicado por "Olé").

Las reflexiones de Di Stéfano, con el epílogo del Mundial calentito, van más allá de la coyuntura, de la eliminación argentina y de la cantidad de goles que metió Alemania. Meten el cuchillo en la podredumbre y sacan a la luz el pus que infesta desde hace décadas al negocio del fútbol. Pero de eso no se habla en la AFA ni en los medios satélites. Mejor es seguir discutiendo si Maradona sigue o se va, si Mancuso o Ruggeri o Gamboa. Si Signorini o Bilardo. Más de lo mismo.

Maradona, en este momento, es secundario. El debate necesario pasa por decidir qué queremos ser. Por elegir un estilo y apostar por él. Por limpiar tanta basura acumulada bajo la alfombra. Por un proyecto de refundación. Después se verá quiénes son los más capaces de llevarlo a cabo. Si Maradona encaja en la idea, ¿por qué no darle una segunda oportunidad? Pero siempre el plan por delante.

La Selección es una parte importante del puzzle, el problema es mirar en perspectiva el rompecabezas completo. Y el fútbol nacional es un Ravensburger de 10.000 piezas repleto de agujeros, un tren fantasma en el que los barrabravas son amos y señores de los vagones y el maquinista conduce en soledad y con mano de hierro desde hace más de 30 años.

Lo vivido la semana pasada fue patético. Julio Grondona delegó la negociación con Maradona en el intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, un barón del conurbano ultra K muy amigo de Diego. Fue Granados -a quien se vio apoyando a la Selección en Sudáfrica- quien reveló, allá por abril de 2008, que Maradona se había afiliado al PJ. El hijo de Granados se llama Gastón y es el presidente de Tristán Suárez, equipo que milita en la "B" Metropolitana. Días pasados, Granados Jr. organizó un banderazo -con hinchas de Tristán Suárez convenientemente pagados, por supuesto- frente a la casa del DT. Así se instrumenta el "operativo seducción".

¿Y el Comité Ejecutivo de la AFA? ¿Y los dirigentes dónde están? Pintados, por supuesto, temerosos de levantar la voz para no desatar la ira de Grondona. A fin de cuentas, vale apuntar que ellos se lavaron las manos desde el principio, cuando la familia Grondona (Julio, Humbertito y Julio Jr., mandamás de Arsenal) fueron los que eligieron al DT.

"Menos amantes de la metáfora poética que del arte de hacerse los boludos, la mayoría de los dirigentes que rodean a Grondona mascullan rabia y se bancan en silencio todo lo que ordena el amo. Si fuera por ellos, Maradona ya sería historia. Pero no. El jefe le ofrecerá seguir, con o sin condiciones. ¿Por qué? Porque juntarlo con Messi sigue siendo un buen negocio y el Gobierno, después de la audaz jugada del Fútbol para Todos, lo necesita exactamente en ese lugar", escribió Hugo Asch en "Perfil".

Las cartas están sobre la mesa. Grondona salió de la estación Sudáfrica con magulladuras, pero fiel a su convicción de "todo pasa" y tan dueño como siempre del poder. Lo que implica que no habrá cambios en la estructura deficitaria del fútbol nacional, que los clubes seguirán descontrolados y despilfarrando, que la cantera de cracks seguirá secándose -por el éxodo o por la carencia de inversión- y que la violencia se enquistará cada vez más (si es eso posible). La Selección no es un compartimiento estanco, responde a esta realidad.

"Estamos en una coyuntura similar a la de 1970/74", comentó Juan Sasturain en una visita que realizó el sábado a LA GACETA. El autor de "La patria transpirada" (admirable radiografía de Argentina en los Mundiales), acompañó el ruego de Di Stéfano con su razonamiento. La necesidad de salir del atolladero recuperando la identidad extraviada. Será difícil jugar con "la nuestra" (¡nos admiraban, el mundo copiaba nuestro juego!", añora don Alfredo) si el proyecto no abarca todos los órdenes.

¿Cómo sostener un proyecto si hay una barra brava "oficial" que acompaña a los jugadores en el avión y después pasa por la concentración para surtirse de entradas y camisetas? Bilardo intentó disimular lo indisimulable: los propios forajidos reconocieron que responden a él. Y paralelamente viajó la ONG K "Hinchadas Unidas Argentinas", un seleccionado de matones y delincuentes pagados de nuestro bolsillo y conducidos por el puntero oficialista Marcelo Mallo. Y por otro lado, "La 12" anda por ¡Oceanía! ¿Quién puede imaginar que la dirigencia de Boca no "colaboró" con ese tour?

"No cuentes qué hay detrás de aquel espejo, no tendrás poder/ni abogados, ni testigos/. Enciende los candiles que los brujos piensan en volver/ a nublarnos el camino/. Estamos en la tierra de todos, en la vida./ Sobre el pasado y sobre el futuro, ruinas sobre ruinas,/querida Alicia", escribió Charly García en un momento particular de la Argentina. La metáfora se ajusta a nuestro fútbol, una pila de escombros que aplastan los jardines de glorias pasadas.

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